Una nueva asignatura que enseña a los estudiantes cómo relajarse y desconectarse en la Universidad de St. Lawrence (Wisconsin, Estados Unidos)

El curso, que enseña a los estudiantes cómo relajarse y desconectarse, se ha convertido en la clase más popular en la Universidad de Lawrence, donde los y las estudiantes están buscando habilidades que les ayuden a combatir el estrés frente a los desafíos de salud mental y la creciente presión para ser altamente productivos/as.
El profesor Kassor ha publicado recientemente un tuit sobre el curso, lo que provocó un encendido debate sobre lo que necesita el alumnado y lo que las Universidades deberían enseñar. El tuit se volvió viral, atrayendo más de 134.000 me gusta y 8.000 retuits.

Es cierto que los desafíos de salud mental han sido un problema creciente en los campus universitarios en los últimos años. Más del 60 % de estudiantes universitarios cumplieron con los criterios de uno o más problemas de salud mental en 2020-21, un aumento de aproximadamente el 50 % en comparación con 2013, según un estudio publicado en junio.
Puede que no sea sorprendente, entonces, que desconectarse y “no hacer nada” haya ganado terreno en un mundo donde nuestro valor está determinado por nuestra productividad. “Nada es más difícil de hacer que nada”, escribió Jenny Odell en su libro How to Do Nothing: Resisting the Attention Economy (2019).
A Kassor, de manera similar, le preocupa que gran parte de la educación superior se centre en optimizar al alumnado para un puesto de trabajo. Su clase se reúne durante una hora, una vez por semana, y se califica como aprobado o suspendido. Se espera que los y las estudiantes se presenten, dejen sus teléfonos fuera del aula y participen, pero no hay un examen final. Cada semana es impartida por un miembro diferente de la Facultad con charlas tales como la higiene del sueño y la correlación entre la cantidad de horas que duerme el alumnado y sus promedios académicos, o actividades fuera del campus (caminatas, Tai Chi o meditación).
Se han realizado estudios que muestran que actividades como la meditación y dormir lo suficiente, o simplemente levantarse del escritorio, o permitirse aburrirse, son cosas que pueden mejorar nuestra calidad de vida. Pueden mejorar nuestra creatividad. Pueden ayudarnos a pensar más profundamente. Pero estas son habilidades que hay que aprender.
En una entrevista con TIME, Kassor comentó que dicho curso fue una idea colaborativa de algunos colegas que durante los últimos años habían observado lo estresados y sobrecargados de trabajo que estaban los y las estudiantes. Por ello se pretende que tengan un espacio donde puedan estar presentes, no solo físicamente, sino también mental y emocionalmente. Y eso los hará mejores personas, personas más empáticas, personas más creativas, pensadores más profundos.
Partiendo de la base de que el valor de una educación en artes liberales no es solo preparar a los y las estudiantes para un trabajo, sino prepararlos para ser seres humanos, opina que debemos alejarnos de la idea de que solo estamos capacitando a las personas para que sean trabajadores productivos, y tener en cuenta que estamos brindando a los jóvenes las herramientas que necesitan para prosperar en el mundo y contribuir a la sociedad en formas que van más allá de la economía y el trabajo.
La salud mental debe ser una prioridad mundial
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