Ecos clásicos en los personajes femeninos de Los Juegos del Hambre

Ya anunciábamos en una entrada anterior (El mundo clásico en Los Juegos del Hambre) que entre los personajes de la famosa saga encontramos numerosas referencias a la Antigüedad clásica, tanto mitológicas como históricas, a veces de forma directa y, en otras ocasiones, indirecta, como, por ejemplo, las referencias a personajes de obras de Shakespeare ambientadas en Roma: la rebelde Cressida, personaje que aparece en las versiones de la guerra de Troya a partir del siglo XII y que titula la obra de Shakespeare Troilo y Crésida, o Coriolanus, nombre del presidente Snow que, a su vez, da nombre a una tragedia del autor inglés.

Pero hoy hablaremos de las féminas, comenzando, cómo no, por la protagonista Katniss, tributo del Distrito Doce, mujer joven y fuerte, lejos del estereotipo de las mujeres hipersexualizadas de los años ochenta y noventa, que posee muchas de las características de los héroes griegos, como son la predestinación a ser héroe, las hazañas memorables que redundan en una mejor vida para sus conciudadanos, el sacrificio (Katniss se ofrece voluntaria a los Juegos) y la valentía con la que se enfrenta a las situaciones desfavorables, y la anagnórisis (gr. ἀναγνώρισις), es decir, el reconocimiento que obtiene mediante el broche de Sinsajo (regalo de Madge, hija del Alcalde), con el que será reconocida por los diferentes distritos como símbolo de la rebelión.

Como guerrera, Katniss posee un gran dominio del arco y la flecha, presentando grandes similitudes con la heroína mitológica griega del ciclo arcaico, Atalanta (Αταλάντα), reconocida por sus insuperables habilidades en la cacería.

Atalanta había decidido mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la caza, Artemisa, a quien emulaba en sus acciones, pues un oráculo predijo que el día en que se casara sería convertida en animal. Por ello, anunció que su esposo sería sólo aquel que lograra vencerla en una carrera; por el contrario, si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Así fue hasta que apareció Hipómenes, el hombre que logró derrotarla gracias a un ardid: cada vez que la joven iba a darle alcance en la carrera, Hipómenes dejaba caer una manzana de oro, regalo de Afrodita, diosa del amor, que Atalanta se detenía a recoger hechizada por su mágica belleza, y mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven logró llegar antes a la meta (Ovidio, Metamorfosis, X, 644).

La pareja vivió feliz durante un tiempo, compartiendo cacerías y hazañas, hasta que un día entraron en uno de los santuarios de Cibeles y gozaron allí de su amor. La diosa, encolerizada por el sacrilegio, los transformó en dos leones. Era creencia entre los antiguos griegos que los leones no se cruzaban entre sí (sino que se apareaban solo con leopardos), de manera que, al convertirlos en estos animales, Cibeles no solo les arrebató su condición humana, sino que los condenó a una vida separada. Una vez metamorfoseados, los unció a su propio carro para que tiraran de él, tal y como aparecen representados en la fuente de Cibeles del Paseo del Prado de Madrid.

Por su nombre y características se relaciona también con Atala, entrenadora principal de los Juegos.

Otros personajes femeninos son Portia, estilista de Peeta, compañero de distrito de Katniis, cuyo nombre recuerda a la hija de Catón el Joven, conocida como Portia Bruti (70 – 42 a. C.), segunda esposa de Marcus Iunius Brutus.

Fulvia, asistente de Plutarch Heavensbee, evoca a la primera mujer romana del mismo nombre (77 – 40 a. C.) en aparecer en las monedas de su época, no estando vinculada a ningún relato mitológico. Su fama se debe, en parte, por haber estado casada con tres figuras representativas de su época, Publius Clodius Pulcrus, Gaius Escribonus Curion y la mano derecha del emperador Gaius Iulius Caesar, Marcus Antonius.

Octavia, miembro del equipo de Cinna, junto con Flavius y Venia, recuerda a la esposa del emperador Nerón, Claudia Octavia u Octavia Neronis (40 – 62), y a la hermana menor del emperador Augusto, Octavia la Menor (65 – 11 a. C.).

Hasta aquí, las féminas más destacadas, a los hombres los dejamos para otra ocasión.

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