¡Felices Saturnales!

Con el nombre de Saturnales conocemos una de las festividades más antiguas e importantes de Roma.

Saturnalia. Antoine Callet

Hoy en día las recordamos por ser unas fiestas dedicadas al desenfreno, la diversión e, incluso, la locura, ya que eran famosas por la abundancia de comida, bebida y todos los excesos de esa época: juegos de azar, consumo de sustancias alucinógenas y orgías.

Constelación de Capricornio

Tenían lugar durante el mes de diciembre, la época en que empieza la germinación de las semillas, coincidiendo con la entrada del sol en el signo de Capricornio, el macho cabrío, en el período más oscuro del año, a la luz de velas y antorchas, con banquetes e intercambio de regalos, y rodeadas de un ambiente carnavalesco en el que se producía una relajación de las normas sociales.

Fresco romano. Pompeya

Eran una especie de Navidad y Carnaval al mismo tiempo. Pero, para comprender su verdadero significado, veamos el origen de estas fiestas.

El origen de las Saturnales

Las Saturnalia (como se conocían en Roma), consagradas a Saturno, de donde toman su nombre, tenían lugar tras un duro año de trabajo, ya fuera en la ciudad o en el campo, donde precisamente encontramos su origen. Se celebraban tras la finalizar la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.

Terminadas las labores del campo hasta la vuelta del buen tiempo, la gente aprovechaba para disfrutar de un merecido descanso después de un duro año de trabajo.

Fue esta parte de la celebración, menos religiosa y más festiva, la que terminó de popularizar esta fiesta entre los romanos que, con el paso del tiempo, terminaron por relegar el origen agrícola a un segundo plano, destacando por encima de todo la liberación del trabajo -fuera cual fuera- y el desenfreno.

Cronos. Escultura realizada en bronce del artista catalán Juan Rovira. Guayaquil, Ecuador

Sin embargo, el origen de la fiesta era religioso. Recordemos que los romanos asociaban a Saturno con el titán griego Cronos, que gobernó durante la Edad de oro en la tierra, una época mítica de abundancia y fertilidad, la primera en la historia de los seres humanos, en la que la tierra era un paraíso de eterna primavera en el que corrían ríos de leche y vino, goteaba la miel de las encinas, no había diferencias sociales y los hombres vivían felices sin tener que trabajar.

Saturno era una divinidad indígena de la antigua Roma relacionada con la agricultura, identificada con el titán griego Cronos, personificación del tiempo y, por tanto, del calendario, de las estaciones y de las cosechas. Se le solía representar con una hoz o guadaña, símbolo de su relación con el mundo agrícola.

Por tanto, las Saturnales conmemoraban la época dorada, consistiendo en intercambio de regalos y en celebraciones familiares y públicas con grandes banquetes, a los que los esclavos eran invitados e incluso servidos por sus amos como señal de fraternidad e igualdad social, que, sin embargo, desaparecía el resto del año.

Por ello, los romanos tenían un refrán para indicar a alguien que gozara y aprovechara la ocasión «No siempre serán Saturnales».

La edad de oro, h. 1530 de Lucas Cranach el Viejo

Las fiestas comenzaban el día 17 con un sacrificio en el Templo de Saturno, al pie de la colina del Capitolio, la zona más sagrada de Roma, seguido de un banquete público al que estaba invitado todo el mundo y al grito multitudinario de «Io, Saturnalia», que podríamos traducir como «¡Felices Saturnales!».

Ave, Caesar! Io, Saturnalia!
Cuadro de Sir Lawrence Alma-Tadema de 1880

Los colegios permanecían cerrados, los comerciantes, los obreros, los soldados y los esclavos descansaban y disfrutaban de la fiesta; incluso los criminales, puesto que no estaba permitido condenar a nadie mientras duraba la fiesta. Así retrata las Saturnales el escritor griego Luciano de Samósata:

«Que nadie tenga actividades públicas ni privadas durante las fiestas, salvo lo que se refiere a los juegos, las diversiones y el placer. Sólo los cocineros y los pasteleros pueden trabajar. Que todos tengan igualdad de derechos, los esclavos y los libres, los pobres y los ricos. No se permite a nadie enfadarse, estar de mal humor o hacer amenazas. No se permiten las auditorías de cuentas. A nadie se le permite inspeccionar o registrar la ropa durante los días de fiestas, ni practicar deportes, ni preparar discursos, ni hacer lecturas públicas, excepto si son chistosos y graciosos, que producen bromas y entretenimientos».

Día y noche las calles se llenaban de fiestas en las que la comida y el vino corrían sin importar las consecuencias del mañana. La música, las luces y los colores alumbraban a los borrachos, los jubilosos e incluso a los jugadores, ya que durante estos días se legalizaban las apuestas y los juegos de azar en plena calle.

El Calendario de Filócalo es el calendario cristiano más antiguo que se conoce, con la primera referencia a la celebración de la Navidad. En una de sus inscripciones leemos «Ahora, esclavo doméstico, puedes echar una partidita con tu señor», señal de que durante estas fiestas se anulaba cualquier diferencia social.

Las Saturnales fueron una de las fiestas más populares del mundo romano, que, a pesar del paso del tiempo, continuaron celebrándose cuando el cristianismo ya dominaba plenamente el mundo occidental, aunque gradualmente pasaron al Día de Año Nuevo, siendo asimiladas por la Navidad.

Muchos artistas se inspiraron en esta festividad para crear sus obras de arte, en las que la decadencia de la fiesta y la crítica hacia la actitud del pueblo son su principal característica.

Danza antigua. E. Delcroix

Así es como desde la Antigüedad se rendía culto a Saturno, la divinidad tutelar de la siembra y la cosecha, un dios original y terrible, al que se adoraba como rey de la Edad de oro, una época de fertilidad y abundancia.

Y como dirían en la antigua Roma por estas fechas, ¡Feliz Saturnalia!

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