Universidades de piedra con campus en la nube

Las Universidades son una institución que viene de antiguo. Su nacimiento es casi coetáneo a la construcción de las catedrales góticas en Europa y, a semejanza de las mismas, los centros universitarios se asentaron en grandes edificios de piedra. Quien entraba en los mismos era consciente que penetraba en un santuario del conocimiento donde se guardaban y se difundían verdades duraderas útiles para el oficio de la medicina, el derecho o la filosofía.

A lo largo de los dos últimos siglos las Universidades se extendieron por todos los continentes y evolucionaron en la oferta de sus estudios, en su funcionamiento organizativo, en su financiación y encaje social, pero siempre conservaron una fachada arquitectónica de Institución que transmitía que allí existían conocimientos y verdades sólidas.

Este origen produjo que quien entrara en la Universidad recibía, como una posesión, el saber que allí se guardaba y producía. Para ello tenía que acudir a sus aulas donde cada profesor desde su cátedra (que a imitación de los púlpitos de las catedrales) dictaba los contenidos de su materia. El alumnado desde su rígido pupitre copiaba sus palabras en un cuaderno con la finalidad de memorizarlo para luego reproducirlo palabra por palabra, sin atreverse a pronunciar un juicio crítico.

Todo ello configuró un modelo pedagógico que ha pervivido desde entonces hasta el presente. Es el modelo de enseñanza por exposición y de aprendizaje por recepción. Es la pedagogía de la transmisión del saber considerando a éste como un objeto o cosa que se entrega desde un individuo (el docente) hacia otro (el alumnado).

En el siglo XIX con la consolidación y generalización de las obras impresas esta pedagogía contó con un importante aliado: el manual de la asignatura que era un libro que sintetizaba y organizaba todos los contenidos básicos de una materia de forma que la docencia en el aula consistía en ocupar el tiempo explicando los conocimientos ofertados por dicha obra, y aprender era estudiarlo fuera del horario académico en el contexto del hogar o de una biblioteca.

A finales del S. XX la organización equilibrada entre las variables tiempo, espacio, asignaturas se convirtió en un complejo Sudoku a resolver en cada inicio de curso a medida que se masificaban los estudios universitarios con el acceso en masa de la población juvenil a la educación superior.

Esto ha sido así durante siglos y nunca ha sido cuestionado hasta la fecha, a excepción de la denominada “Educación a Distancia” (modalidad formativa expandida en la segunda mitad del siglo XX). Este otro modelo universitario caracterizado por la ausencia de encuentro físico o presencial entre el docente y sus estudiantes conllevaba ciertas limitaciones o desventajas para el alumnado como eran la soledad y aislamiento en el estudio, la ausencia de relación y tutorización directa con su profesor, la lenta comunicación por correspondencia, etc., favoreciendo una alta tasa de abandono de los estudios.

Afortunadamente, los tiempos cambian y llega por fin la Universidad en la nube. Las nuevas formas de comunicación y cultura que las acompañan están alterando o propiciando la transformación del modelo de enseñanza universitario.  A este nuevo enfoque  de institución educativa apoyada en las TIC y los recursos online la denominamos “Universidad en la nube”, que, entre otras cosas, ofrece:

  • una enseñanza mixta o blended learning (presencial y online).
  • cambios en la metodología de enseñanza, donde prime más el aprendizaje por tareas y proyectos desarrollados autónomamente por los estudiantes que una metodología expositiva de lecciones magistrales.
  • reducción drásticas de los horarios de clases presenciales e incremento de los espacios o entornos formativos online, así como la mejora de la conectividad y acceso a la red desde cualquier sitio del campus.
  • reconfiguración de los roles y funciones del profesor de forma que cobre más relevancia sus competencias de creación de materiales didácticos digitales, la organización y gestión de entornos o aulas virtuales, la comunicación y tutorización a través de recursos online, la impartición de clases online mediante videoconferencia, entre otras.
  • redefinición de las funciones y utilidades de los espacios físicos de los centros universitarios de modo que exista mayor disponibilidad de seminarios, talleres, salas de reuniones, aulas, etc. para que el alumnado pueda reunirse y trabajar autónomamente sin la presencia de su profesor, pero conectados a los entornos educativos online.

Concluyendo, La nube es un espacio líquido, indefinido y constantemente mudable. La piedra define y estructura espacios sólidos, acotados, delimitados e inmutables. De modo similar podríamos indicar que la docencia impartida en los edificios de piedra responde a una concepción sólida del conocimiento que se materializa en un currículum estructurado, rígido y estable. Por el contrario, la enseñanza en la nube nos evoca un modelo educativo y curricular líquido, caracterizado por ser flexible, inacabado, en constante construcción.

El concepto de Universidad en la nube significa cambiar radicalmente el modelo educativo de la docencia universitaria de modo que la actividad, tarea o proyecto de trabajo sea el eje del aprendizaje de los estudiantes. Esto significará menos tiempo encerrado en aulas y más autonomía y flexibilidad organizativa del estudiante para que (bien individualmente o en grupo) desarrolle las actividades en espacios o entornos formativos online organizados y gestionados por su profesorado. En otras palabras, la metáfora señala que la docencia universitaria apueste por un modelo formativo donde los estudiantes aprendan desarrollando experiencias valiosas y construyendo saberes con los recursos de la nube (online) y menos a través de un modelo de aprendizaje por recepción de forma pasiva sentado en sus pupitres.

Parece que los edificios de piedra comienzan a desmoronarse.

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