El tema de la mujer puede considerarse como una de las cuestiones más controvertidas del reciente debate historiográfico de la Antigüedad. Hablar de la mujer o de la cotidianidad femenina en la antigua Roma es hacerlo de la sociedad romana en su conjunto y, en particular, de sus proyecciones ideológicas y culturales de las que somos deudores.

Ser mujer en la antigua Roma no era fácil, como tampoco lo es ahora. Conocer su situación resulta útil para evaluar el progreso de nuestra sociedad respecto a la diferencia de géneros.
Una visión general del papel de la mujer desde los inicios de Roma puede ayudarnos a suscitar una reflexión sobre las costumbres, limitaciones y la lucha de las mujeres en un contexto no muy distinto al nuestro, y, en última instancia, sobre ciertos valores de la sociedad actual, porque, si bien, hoy en día, puede parecer que la mujer se ha liberado en gran medida del lastre con el que ha cargado tradicionalmente, el trabajo de siglos de filósofos e historiadores sigue pesando y contribuyendo a la idea estereotipada que tenemos del género femenino, aunque lo asumamos de modo inconsciente.
Si la Antigüedad clásica estableció las bases de nuestra cultura actual en todos los ámbitos y esferas del saber, también lo hizo en cuanto a los roles de género, esto es, en cuanto a las virtudes y defectos que se esperan de los individuos en tanto que varones o en tanto que mujeres.
Las desigualdades sociales y las restricciones impuestas -y definidas legalmente- a la actuación de la mujer dentro de la ciudad es la mejor manera de detectar la asimetría de género que definió al mundo romano y que sigue afectando a nuestro día a día.
La esperanza de vida

La esperanza de vida para la mujer era mucho más corta que la del hombre, debido al infanticidio femenino y a su mala salud, resultado de una dieta inferior a la establecida para los varones, seguida de la maternidad a una edad temprana y en pésimas condiciones.
Así, aun cuando el destino de la mujer en el mundo antiguo era la procreación y la continuación de la sociedad, su vida estaba marcada por la muerte, no solo la que se producía en los partos y abortos, sino también en las circunstancias que permitían al pater familias o al marido ejercer el ius vitae ac necis, es decir, el derecho de vida o muerte sobre cualquier miembro de su familia.

La muerte de Virginia. Francesco de Mura (1760).
Muerte de la joven romana Virginia por su padre para evitar su deshonra.
La sexualidad femenina
Pero la marginación de la mujer en la Antigüedad no estaba motivada solo por estas cuestiones, sino que existían otras limitaciones en estrecha relación con la condición natural, como la edad y el sexo. Así, por ejemplo, atendiendo a la actitud de los filósofos y literatos en relación al amor homosexual, entendido como síntoma de virilidad y de dominio, vemos que hay un total rechazo de la homosexualidad femenina y, por consiguiente, de su instinto erótico, que se vio reemplazado por su capacidad de procreación.

Safo, leyendo un poema junto a sus discípulas.
Safo, poetisa griega originaria de la isla de Lesbos, representa uno de los principales iconos lésbicos de la historia. Compuso varios poemas en los cuales expresaba su atracción sexual hacia otras mujeres.
La mujer, origen de todos los males
Por otra parte, para hacernos una idea del carácter misógino de los antiguos romanos bastará con hacer un repaso de la literatura grecolatina para darnos cuenta de que, después de todo, la situación femenina no ha cambiado tanto, de que siguen vivas muchas vías de opresión y de que, desde que Hesíodo presentara a través del mito de Pandora a la mujer como causa de todos los males, la profesión de inferioridad ha sido una constante en la historia del sexo femenino.

Pandora, John William Waterhouse (1896)
Pandora (en griego antiguo, Πανδώρα) fue la primera mujer de la mitología griega, creada y enviada por los dioses a los hombres como castigo, pues, bajo la apariencia de regalo, portaba un ánfora en cuyo interior albergaba todos los males del mundo.
Podemos afirmar, por tanto, que el problema de la integración social de la mujer en la organización de una comunidad gobernada por hombres radica en el concepto que éstos tenían de la naturaleza femenina y de la consiguiente legislación que regularizaba su vida.
Y, como en cualquier sociedad donde el concepto de masculinidad o feminidad está definido por las oposiciones mutuas, la sexualidad de la mujer en el mundo antiguo fue objeto de diversas interpretaciones y restricciones que obedecían, sin duda, a toda una serie de factores biológicos, sociales y éticos que regulaban su cuerpo: virginidad, procreación y mortalidad.
Si el tabú de la virginidad ha desaparecido (porque ha desaparecido ¿verdad?), nos queda el problema de la procreación, en relación a la violencia sexual y el aborto, y la mortalidad por violencia de género.
Es cierto que el lugar que ocupaba la mujer en la ideología masculina nos ayuda a comprender las estructuras sociales del mundo antiguo, pero también es cierto que nos ayuda a comprender que la historia de las relaciones entre los sexos en el mundo grecorromano es una historia viva, pues los problemas que se plantean hoy en día sobre la situación de las mujeres apenas se distinguen de los del conjunto de la Antigüedad.

Me ha parecido muy interesante el tema. Te invito que publiques sobre la mujer en el mundo judío. Una vez leí que en la cultura del Antiguo Testamento, la mujer hebrea se valoraba mucho, sobre todo en la influencia materna en la educación de los hijos, mientras que las de otras culturas de la época no se les consideraba así.
Un saludo
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Hola, gracias por la sugerencia. Un saludo.
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Desde luego, es un título apropiado para la situación de la mujer en la Antigüedad, aunque veo que algunas cosas no han cambiado. Saludos.
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Parece que, a pesar del paso de los siglos, no avanzamos mucho en cuestiones sociales. Un saludo.
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Hola Carolina, muy interesante el post. Estoy de acuerdo contigo, la situación de la mujer no ha variado mucho desde Eva (sin olvidar a Pandora) Creo que se ha modificado la forma, pero no el fondo. Y me pregunto: ¿Será que la mujer se acostumbró a manejar los hilos desde una posición de «segundona», o tantos siglos de oscuridad le han dado las herramientas para estar «cómoda» en esa situación de «eterna víctima» sin dejar de izar la bandera de la maternidad como escudo?
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Hola. Espero que no nos hayamos acomodados, en realidad creo que no. Lo que ocurre es que cuesta mucho luchar contra siglos de tradiciones patriarcales. Un abrazo.
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