El vino no sólo es bebida, sino también alimento y medicina. No debe sorprendernos, por tanto, la frecuencia con que aparece mencionado en las obras de medicina, agricultura o en determinadas ceremonias primitivas, si tenemos en cuenta que los conceptos médicos romanos estaban basados sólidamente en la agricultura y en sus correspondientes prácticas religiosas.

Una escena de libación sobre un altar de un kílix ático en cerámica con figuras rojas, alrededor del 480 a. C., Louvre (Inv. G149). | Wikipedia
La antigua medicina de los romanos debe ser calificada como popular e instintiva, al haber elegido curarse ellos mismos o a su familia antes que desarrollar una medicina científica-teórica como hicieron los griegos.
Sin ir más lejos, el término medicus tiene su origen en el sistema de las tempranas prácticas médicas en la granja, donde el pater familias era el dispensario de los remedios de su casa.
En la tradición médica romana encontramos numerosas recetas que tienen en común la utilización del vino como principal ingrediente.
Tan antiguo como su cultivo es su importancia como bebida reconfortante, pues ya Hipócrates en sus Aforismos (7, 56) lo recomendaba contra el hambre y contra la angustia, los bostezos y los escalofríos.

Relieve representando el pisado de la uva. Roma, segunda mitad del siglo I d. C. | Wikipedia
Más tarde, Asclepíades de Bitinia (siglo I a.C.), en su libro sobre la «Administración del vino«, lo cita entre los remedios comunes para restablecer las fuerzas de los convalecientes. En Roma, además, existía la costumbre de dar de beber a los esclavos que trabajaban en el campo un tipo de vino denominado lora, un vino de baja calidad cuya efectividad queda demostrada en numerosos remedios contra la debilidad y la falta de apetito del ganado, y que, al no estar fermentado (el proceso de fermentación consiste en la transformación del azúcar en alcohol), era el único que, junto con algunos vinos de licor muy azucarados, se permitía beber a las mujeres.
Tipos de vino con valor medicinal
Vinos de licor
Los vinos de licor, más azucarados y con más alcohol, están representados por el passum y por los vinos cocidos. El passum es un vino de uvas secas (uva passa), preparado generalmente con la uva moscatel. Los agrónomos lo incluyen en su lista de productos medicinales indispensables para el campesino y se menciona como ingrediente de una receta contra las agüillas del ganado vacuno, destacando además sus propiedades curativas contra el flato.
En cuanto a los vinos cocidos, la técnica de cocción del mosto servía para dos fines: por un lado, mejoraba los mostos mediocres y, por otro, se conseguían vinos de licor con alcohol por concentración del mosto, técnica que aún se utiliza en la región de la Provenza, y que sirve además para la atemperación de los vinos muy ásperos. Existen varios tipos de vinos cocidos, pero el único atestiguado con valor medicinal es el sapa, obtenido por reducción del mosto de las dos terceras partes en la cocción o de la mitad solamente, y citado por los agrónomos como ingrediente de una conserva de durazno con propiedades curativas.
Vinos frutales
Todos los vinos frutales destacan por su poder astringente, por lo que la gran mayoría son vinos medicinales. Suelen prepararse en las regiones donde el cultivo de la vid era difícil y se obtenían por maceración de frutas en el mosto, no formando parte de la alimentación. Así, por ejemplo, tenemos el vino de granadas, cuyos granos eran un excelente remedio contra la peste de las abejas, y cuyo uso medicinal está documentado en la literatura científica griega; en el Corpus Hippocraticum es conocido su poder anti-diarrea y, en particular, era un remedio efectivo contra la disentería.
Vinos artificiales
Los vinos artificiales o vina ficticia, obtenidos por maceración de un producto, generalmente vegetal, en el mosto, se encuentran a menudo entre los ingredientes de cualquier remedio, dado que constituyen un producto reconfortante para el estómago y, a su vez, un producto astringente; así, no es de extrañar que se aconsejen para todo tipo de afecciones digestivas.
Entre ellos podemos distinguir el vino de ajenjo, el vinum rosatum, elaborado por maceración de pétalos de rosas en vino y miel, un vino de rosas hecho con hojas de cidro, el vino de violetas, y los vinos de pimienta, denominados vina condita o vina piperata. Estos últimos, muy apreciados y más caros que los anteriores, venían a ser una especie de vino de miel y pimienta, cocido y elaborado según el gusto de los romanos que buscaron siempre la unión del sabor dulce y fuerte. Aunque estos vinos se utilizaban más como medicamentos que como bebidas, sin embargo, algunos servían también de aperitivos (propoma), como el vino de ajenjo y el vino de rosas, muy conocidos en la sociedad romana dado que se vendían en los comercios.
Dentro de los vinos artificiales se encuentran los vinos aromáticos, con mayor valor medicinal, entre ellos, el vino de mirto (myrtites), cuyas cualidades terapéuticas, que varían según su elaboración, son su poder laxante, según la fórmula romana, y astringente, según la griega; la diferencia radica en la ausencia de miel de ésta última.
Con valor astringente se halla también el vino de cebolla albarrana, usado como ingrediente de un remedio contra la peste de los campesinos. Otro grupo de vinos aromáticos, pero con poder laxante, está representado por el mulsum o vino de miel, que se bebía fresco o en fermentación, generalmente durante la comida, y sobre todo con los entremeses durante la gustatio. Además de servir como laxante, Paladio en su libro sobre veterinaria lo aconseja como ungüento para las afecciones en las patas del ganado vacuno.
La atemperación del vino
La mezcla del vino con productos aromáticos altera su naturaleza disimulando sus defectos, pero sin mejorarlo.
Hasta ahora hemos hablado de la miel o de sustancias vegetales como raíces, hojas, flores o frutas. Los romanos, siguiendo el modelo griego, van mucho más lejos al verter directamente los perfumes en el vino, ya sea en los toneles o bien en el momento antes de beber. En principio este procedimiento servía para corregir los vinos o envejecerlos, pero con el tiempo se adivina un refinamiento del gusto que ya poseían los griegos, para quienes la costumbre de perfumar los vinos con flores era fundamental.
Los bodegueros (cellarii) solían introducir en los filtros sustancias olorosas como anís o apio, con almendras amargas, o bien perfumarlos con aceite de mirto. Sobre todo se tratan los mostos por adición de resina o de pez, o de las dos sustancias a la vez como se hace actualmente en Grecia con los vinos de consumición corriente.

Tras la fermentación, el vino romano se almacenaba en ánforas para servirlo o dejarlo envejecer | Wikipedia
Por otra parte, existe la costumbre de atemperar los vinos muy fuertes o muy viejos que se han vuelto rancios y amargos. En los vinos añejos los romanos veían una garantía de antigüedad y de calidad, siendo por lo tanto muy apreciados, pero disminuían el sabor amargo mezclándolos con agua. Los vinos griegos, que estuvieron de moda durante tanto tiempo, eran a menudo rebajados con agua salada en proporciones bastante elevadas; este procedimiento tenía por objeto estabilizar el vino y era empleado en las grandes cosechas como la de Cos o la de Rodas. También los romanos se esforzaban en preparar sus vinos según este método, dándoles el nombre de «vino de Cos» o «vino de tipo griego».
Se podría pensar si el gusto de los antiguos por los vinos aromatizados artificialmente no viene de la necesidad de disimular los defectos, que es la creencia más generalizada, sino de modificar el sabor.
Para saber más: Real Torres, C. (1992) «El vino como alimento y medicina en la sociedad romana«, Fortunatae, 3, 305-314.

Ya que estamos en e´poca de vendimia, me parece muy acertado, al igual que el pensamiento romano sobre los beneficios del vino. Un abrazo y feliz verano.
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Gracias. Feliz verano también para ti.
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Es un tema magnífico. Lo que dices viene a confirmar lo que siempre he oído de mis padres y abuelos. Un saludo.
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Gracias. Ya se sabe, la sabiduría de los mayores. Un saludo.
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Las fiestas de la vendimia coinciden lógicamente con las festividades en honor a Baco y se celebran en muchas localidades de España. Yo hace un par de años pude disfrutar de una y fue muy divertido, pero, claro, la gente solo conoce la cara festiva del vino y no su historia ni su importancia, por ejemplo, en las recetas médicas, como tú bien escribes. Gracias una vez más por tus artículos.
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Gracias a ti por tu interés. Un saludo.
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