El aprendizaje continuo es la respuesta a la pérdida de empleos causada por la automatización y la inteligencia artificial.
Pero aquí nos planteamos la siguiente cuestión: ¿son las Universidades las instituciones más apropiadas para asumir la tarea? ¿Y sus cursos, estructuras y sistemas de financiación están optimizados para hacerlo?
En este momento, tenemos un sistema educativo basado en un número de personas que van a la universidad entre 18 a 21 años, posiblemente haciendo un Grado, luego obteniendo un trabajo y permaneciendo en el mismo puesto u oficio toda su vida. Sin embargo, la realidad ha cambiado y necesitamos un sistema educativo que lo reconozca y se adapte a las nuevas circunstancias, pues, para cuando un estudiante que comienza ahora termine sus estudios, parte del conocimiento que aprendió al principio podría estar obsoleto.
La solución a esta brecha ocasionada por el auge de la automatización, el aprendizaje automático y otras tecnologías -la llamada cuarta revolución industrial-, está en fomentar en los trabajadores la capacidad de adaptarse, ser creativos y, lo más importante, aprender a lo largo de sus vidas. Un programa adecuado de reciclaje sería la respuesta a graduados que se han visto desplazados en su trabajo por el auge de las nuevas tecnologías (por ejemplo, es bastante concebible que un ingeniero mecánico que ha trabajado en el sector automotriz por años descubra que ya no es necesario, ya que el énfasis de la industria se mueve hacia la contratación de especialistas en inteligencia artificial).
Pero el ingreso de un gran número de estudiantes adultos al aula bajo un programa radical de aprendizaje permanente pondría a prueba las habilidades docentes del personal y un gran desafío para la Universidad, por lo que parece más adecuado construir una mentalidad de aprendizaje permanente en una etapa anterior de aprendizaje. En este sentido, es necesario que los estudiantes «aprendan a aprender», y para ello es imprescindible que el enfoque de la enseñanza se centre menos en el contenido y más en inculcar conjuntos de habilidades mentales que permitan a los estudiantes adaptarse y aprender a lo largo de 30 o 40 años.
Parte de la solución sería también el desarrollo de una política de educación gratuita e inclusiva desde los comienzos (enseñanza primaria) hasta una edad avanzada (Grado, Máster y cursos de especialización). Y dado que el acceso repetido a la educación superior durante toda la vida podría ser muy costoso para el Estado, es necesario un cambio en la política de financiación para la capacitación y el aprendizaje permanente.
Asimismo, el aprendizaje a distancia formaría parte de la solución, en tanto que ofrece la flexibilidad y abaratamiento de costes necesario para el futuro de la educación: ofrece a las personas la capacidad de aprender en cualquier lugar y en cualquier momento, de la manera más flexible, por tramos o módulos, por especialización, etc. El aprendizaje a lo largo de toda la vida se entregará casi en su totalidad en formato digital, ya que los campus universitarios no pueden acomodar el gran volumen de personas que necesitan mejorar o volver a capacitarse.
Algunos piensan que es importante no desperdiciar energía agonizando sobre las competencias que la gente podría necesitar en el futuro, porque el mundo está cambiando demasiado rápido, pero esta actitud derrotista no nos lleva a ninguna parte. Lo más importante que debe hacer el gobierno es fortalecer la dinámica entre las personas, las empresas y los encargados de la educación superior, para que los programas sean flexibles y reactivos a los cambios.
Llegamos a la conclusión de que el aprendizaje a lo largo de toda la vida inevitablemente debe desarrollarse en conjunto con la industria, ser inclusivo y lo suficientemente flexible para que esté abierto a todas las personas, independientemente de su edad o condición, algo que no siempre los académicos ven como apropiado. Muchos no se ven a sí mismos enseñando habilidades vocacionales, pero esa mentalidad tiene que cambiar, igual que otras tantas cosas.
Es algo que ya hacemos individualmente con mucho esfuerzo para estar a la altura de las nuevas actualizaciones, pero cuesta mucho, ya que siempre es a costa de nuestro tiempo libre. Estoy de acuerdo contigo en que debería ser una iniciativa no solo individual, sino también por parte del estado y de las instituciones académicas. Un cordial saludo.
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Yo creo que un punto muy interesante de tu alegato es la educación inclusiva y, por supuesto, gratuita, porque de otra manera no podríamos actualizarnos periódicamente debido al alto coste de los cursos que ofertan en internet. Un saludo.
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Por supuesto, la educación siempre inclusiva, pública y gratuita!!!
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