Los estudiantes de primer año ya han comenzado esta semana a llenar de nuevo los campus universitarios. Muchos no se conocen, mientras que para otros es una ocasión de reencuentros, abrazos y choques de manos. Me pregunto si esa familiaridad será suficiente para que hallen un punto de unión más allá de los horarios de clase y las reuniones en la cafetería.
Mañana, 20 de septiembre, los jóvenes de todo el mundo se unirán a una huelga climática global, saliendo de las Escuelas, Colegios y Universidades para protestar contra el daño ambiental. Las acciones se repetirán al viernes siguiente y los jóvenes huelguistas quieren que los adultos se unan a ellos para «hacer sonar la alarma» y con ello despertar las conciencias dormidas de los políticos y de la sociedad en general.

Jóvenes activistas de Fridays for Future (Sara Silbiger /Reuters)
La cuestión que me planteo es ¿cómo van a participar las Universidades para abordar esta emergencia climática? La mayoría de los expertos sienten que las Universidades pueden y deben hacer más, están en una posición ideal para marcar la diferencia, particularmente al convertirse en modelos a seguir para una sociedad más amplia en sus propias políticas y objetivos ambientales. Todos los movimientos sociales importantes del último medio siglo han comenzado en los campus universitarios, basta recordar los movimientos de derechos civiles, la libertad de expresión y el movimiento anti-apartheid. Además de la investigación y la promoción, las Universidades, como agentes de cambio, tienen el deber de enseñar a nuestros futuros líderes, que van a ser defensores de la sostenibilidad y de un mundo mejor.
Muchas Universidades de todo el mundo han comenzado a dar ejemplo con políticas ambientales llamativas, invirtiendo en tecnologías de ahorro de energía, buscando cadenas de suministro sostenibles y centrándose en una mayor eficiencia energética, incluidos edificios más ecológicos y sostenibles. Por ejemplo, la Universidad de Newcastle, cuyo campus incluye zonas de conservación ecológica y áreas de humedales de agua dulce, se propone depender al 100% de energías renovables; la Universidad de Gloucestershire ya anunció la desinversión total de combustibles fósiles como estrategia de sostenibilidad; del mismo modo, la Universidad de Keele tiene el objetivo de ser neutral en carbono para 2030 y ha incorporado asignaturas relativas a la sostenibilidad en su plan de estudios.
En efecto, las Universidades deberían hacer más para reducir sus propias emisiones de carbono, asegurándose de que los estudiantes, independientemente de lo que estén estudiando, comprendan sobre el desarrollo sostenible y la emergencia climática, desinvirtiendo de las inversiones en combustibles fósiles, reinvirtiendo en energías renovables y aprovechando sus acres de tierra para, por ejemplo, plantar menos césped y más árboles. El problema está en los altos directivos, que, preocupados únicamente por las estadísticas de aprobados y suspensos, y por elevar su Institución en el ranking de Universidades, no ven el cambio climático como una prioridad.
Muchos investigadores académicos están trabajando muy duro, pero las Universidades como Instituciones aún no están haciendo lo suficiente, están fuera de sintonía con los jóvenes que están realmente preocupados por lo que la emergencia climática y la crisis ecológica significarán para su futuro. Y no olvidemos que el papel principal de las Universidades debería ser educar al mundo.
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Muy buena apuesta, sí señor. En mi centro hemos organizado varios talleres para empezar a abrirles la mente desde pequeños y también hemos organizado charlas con los padres a fin de que en casa se refuercen ciertos temas. Un saludo.
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Pues me parece genial. Gracias por tu comentario.
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