Hay bibliotecas que no te dejan indiferente y bien merecen una visita. Éste es el caso de la Biblioteca Nacional de China, reconocida como la biblioteca más grande de Asia y como la séptima biblioteca más grande del mundo, por sus más de 35 millones de libros, inscripciones y colecciones históricas.

Entrada principal de la Biblioteca. Imagen Wikipedia
La Biblioteca, situada en Pekín, fue originalmente establecida por la dinastía Qing (1644-1912) en el centro de la capital, Beijing, en 1909-1912.

El diseño interior del edificio consta de salas de lectura en capas. Imagen libertaddigital.com
Es una de las pocas bibliotecas del mundo construidas en un área de 140.000 metros cuadrados. En el edificio se encuentran obras clásicas y secciones que brindan servicios de lectura y estudio que son independientes entre sí. El lugar también cuenta con salas de conferencias y exposiciones.
La Biblioteca guarda un gran tesoro cultural, poseyendo la mayor y mejor colección de literatura china, mientras que el archivo crece constantemente con las miles de obras y libros que se agregan cada año. Según los registros de 2016, la Biblioteca tiene más de 35 millones de obras en 115 idiomas diferentes.
En el 2004, una parte de la gigante Biblioteca Nacional se transfirió al entorno de Internet con el lanzamiento de la biblioteca digital. La transferencia de datos alcanzó los 1.323 terabytes. Cada año 100 terabytes de datos se agregan a esta biblioteca digital.
Actualmente ofrece al servicio público 251 bancos de datos en chino y otros idiomas, proporcionando a los lectores una gran cantidad de recursos digitales y un servicio bibliotecario interactivo individualizado.
Una inscripción de 3.000 años
No resulta extraño que el trabajo histórico más antiguo, considerado como tesoro cultural de China, sea la inscripción sobre una caparazón de tortuga de hace 3.000 años, teniendo en cuenta que es el principal recinto en albergar el mayor número de piezas de caparazón de tortuga y huesos de animales donde se inscribieron sinogramas antiguos.

Caparazones y huesos. Imagen sohu.com
Estas inscripciones salieron a la luz durante las excavaciones arqueológicas de Yin, la capital de la dinastía Shang (1600-1100 AC). Las ruinas de Yin se encuentran en Anyang, en la provincia de Hinan, en la parte central de la China actual.
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