La leyenda del Drago

Muchas son las leyendas y mitos de la Antigüedad que se relacionan con las Islas Canarias en diferentes culturas. Entre todas ellas, merece especial mención la del drago, un árbol no endémico de las Islas Canarias, Azores, Madeira y Cabo Verde. Es el símbolo vegetal de la isla de Tenerife -mi isla-, cuyo ejemplar más famoso es el llamado drago milenario de Icod de los Vinos, de entre 500 y 600 años de edad.

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Drago milenario de Icod de los Vinos (Tenerife) | https://especiesextintas.com/

El drago, cuyo nombre común proviene del latín draco, -onis «dragón, serpiente» (gr. δράχων), pertenece a la familia de las Dracaenaceae (nombre científico Dracaena, del griego δράχαινα «dragón o serpiente hembra»). Se trata de una planta arborescente de hojas planas y flexibles, de color verde claro con bordes transparentes. Sus flores con forma de campana de color blanco y sus frutos redondos de color rojo-anaranjado penden de un tronco grueso y robusto, que se vuelve más rugoso con el tiempo.

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Además de la extraordinaria belleza del drago, sus propiedades medicinales y la escasez de ejemplares han puesto en peligro su existencia, rodeándolo de un halo de misterio y leyenda que se remonta a la Antigüedad.

Leyenda

Del tronco del drago se obtiene una resina medicinal, a partir de la savia, denominada sangre de drago por el color rojo que adquiere cuando entra en contacto con el aire.

Por su similitud con la sangre, los antiguos aborígenes creían que tenía propiedades mágicas. Así, según la tradición, la sangre de drago formaba parte de los ungüentos que utilizaban los guanches en el proceso de la momificación, aunque hasta ahora no se han encontrado evidencias arqueológicas que lo confirmen. No es de extrañar que los guanches conocieran sus propiedades medicinales y la emplearan para cicatrizar heridas o contra golpes y contusiones, por sus propiedades astringentes, tal como se siguió utilizando en remedios populares tras la conquista de las islas. También es posible que la usaran para teñir las pieles de rojo, para colorear sus escudos de corteza de drago o, incluso, para pintar su propio cuerpo.

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A mediados del siglo XIV, cuando se establecen los primeros contactos modernos entre navegantes europeos y aborígenes canarios, la cotización de la sangre de drago estaba en alza y su comercio era muy rentable, al igual que los esclavos, las conchas marinas, las pieles curtidas y la orchilla -un liquen tintóreo muy abundante en los acantilados costeros de Canarias-. En el siglo XV, la sangre de drago ya se comercializaba en Europa, intensificándose su explotación a comienzos del siglo XVI, cuando todas las islas habían sido conquistadas y ya existían relaciones comerciales regulares. El proceso para extraer la savia debió influir en la decadencia de estos árboles, ya que se obtenía realizando cortes profundos en el tronco y las ramas que facilitaban la penetración de bacterias, hongos y, sobre todo, de larvas de insectos que se alimentan de madera. A finales del siglo XVI, la mayoría de los dragos habían sido sangrados y apenas sobrevivían algunos ejemplares, la mayoría en riscos inaccesibles.

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Drago de La Orotava (Tenerife) | Clipart.me. «El drago de La Orotava y otros viejos ejemplares que aún existían en el siglo XVIII se hicieron famosos en Europa a través de los viajeros de la época, cuyos relatos están adornados con historias fantasiosas sobre su origen antediluviano, su extraordinaria longevidad o la veneración que le tenían los guanches».

La sangre de drago en la Antigüedad

Según cuenta una leyenda transmitida por Plinio el Viejo en su Historia Natural (8, 34 y 33-34), esta sustancia con propiedades mágicas -a la que denomina sanguis draconis «sangre de dragón»- surge de la mezcla de la sangre que se produce durante la lucha a muerte entre un elefante y un dragón o serpiente: «es la sangre de dragón aplastado por el peso de un elefante al morir, mezclada la sangre de ambos animales«.

Con un origen tan misterioso y unas virtudes tan extraordinarias, no sorprende que la sangre de drago se convirtiera en un producto muy cotizado en la Europa medieval, llegando a usarse para curar la impotencia, para curar úlceras y hemorragias, y para el fortalecimiento de las encías y la limpieza de dientes. Además del interés terapéutico, se le atribuían propiedades mágicas y entraba en la composición de pócimas y elixires.

Mitología

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Este árbol toma su nombre del dragón que vigilaba las manzanas de oro de las Hespérides

La mitología griega nos habla de un bello jardín -el Jardín de las Hespérides-, un huerto propiedad de la diosa Hera, que algunos mitólogos sitúan en las Islas Afortunadas, nombre con el que se conoce a las Canarias desde la Antigüedad. En este mágico vergel había un manzano -regalo de la diosa Gea a Hera por su boda con Zeus-, cuyos frutos dorados otorgaban la inmortalidad a quienes los comían y que estaban custodiados por un dragón de cien cabezas que nunca dormía llamado Ladón.

Heracles (o Hércules) en su undécimo trabajo, que consistía en robar las manzanas de las Hespérides, acabó con la vida del dragón de un certero flechazo y de cada gota de sangre que brotó de las heridas de Ladón nacieron los dragones o los árboles llamados dragos.

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Estos árboles-dragón fueron llamados Dragos en honor al dragón y tienen un grueso tronco del cual surge un racimo de ramas retorcidas que recuerdan las cien cabezas de Ladón, mientras que la resina roja que se desprende de su tronco es conocida como sangre de drago.

Según el mito, Heracles fue el único que logró robar las manzanas doradas, aunque no haya sido él mismo quien las recogió. Suerte que tiempo después la diosa Atenea las devolvió al Jardín de las Hespérides.

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11 comentarios en “La leyenda del Drago

  1. hecate797 dijo:

    Coincido con Zeus. Lo que más me gusta de tus artículos es la manera en que lo relacionas todo con la Antigüedad clásica. Me interesa mucho lo de las propiedades mágicas de la sangre de drago ¡Buscaré entre mis pócimas por si encuentro el ingrediente! (¡ja, ja!). Un saludo.

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  2. julioaguilarweb dijo:

    Buenos días, Carolina,
    Yo sí conocía la existencia de esos árboles tan singulares y, concretamente, del varias veces centenario de Icod de los Vinos. Lo que no sabía es lo que cuentas sobre su lugar en la mitología y sus benignas propiedades. Interesante.
    Saludos

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