Regreso a Troya

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Martin M. WINKLER (ed.), Return to Troy: New
essays on the Hollywood epic, Brill Academic
Publishers, Leiden – Boston, 2015, 284 pp.

Troya se ha consolidado como una importante contribución a la vida que la Antigüedad Clásica ha encontrado en nuestras pantallas, grandes y pequeñas, en todo el mundo. Su leyenda retorna a través de la épica de Hollywood en 2004 de la mano de Wolfgang Petersen, convirtiéndose en una de las películas más caras y taquilleras de la historia. Su examen detallado desde diferentes perspectivas arqueológicas, literarias, culturales y cinematográficas, se convierte en el propósito de Return to Troy, una obra enfocada a la relación de la película con Homero.

Estructurada en diez capítulos, la obra comienza con una Introducción, Troy Revisited (pp. 1-15), a cargo de Martin M. Winkler, editor de la obra y autor de numerosos ensayos sobre literatura clásica, los clásicos y el cine, y la tradición clásica en general, donde argumenta la necesidad de un nuevo estudio sobre la Troya de Petersen, tras su anterior antología, Troy. From Homer’s Iliad to Hollywood Epic (Blackwell, Oxford, 2007). Winkler se basa en la presencia recurrente de la Ilíada en la historia estadounidense y en la cultura del siglo XX, y, ante todo, en las críticas recibidas por los «guardianes de la llama clásica» –como los denomina el autor–, que generaron un gran debate académico sobre la forma en que un medio de comunicación moderno podría, debería o no debería adaptar una obra clásica de la literatura.

El primer capítulo «Wolfgang Petersen on Homer and Troy» reproduce una entrevista que el propio Winkler realizó a Wolfgang Petersen en 2010 con ocasión del estreno teatral de Troya, donde nos ofrece un conjunto útil de las opiniones del director, hasta ahora expresadas de forma dispersa en los medios de comunicación internacionales. Su formación académica en lenguas clásicas y su entusiasmo por la literatura y mitología clásicas, especialmente por la figura de Aquiles, le llevaron a contar la historia como podría haber sucedido en la realidad, destacando la atemporalidad de muchos temas homéricos y la plenitud de efectos visuales del poema, pues, según sus palabras, todo en la Ilíada parece estar escrito para la pantalla.

En el capítulo 2 «Live from Troy: Embedded in the Trojan War» Daniel Petersen, hijo del director y asistente personal en el rodaje, nos ofrece un análisis con tintes periodísticos de la intención de la película y de las circunstancias del rodaje. La descripción pormenorizada de objetos, armas, accesorios y elementos arquitectónicos utilizados en la película, además de la recreación de escenarios en las distintas etapas del rodaje, hace pesada su lectura y no encaja del todo dentro de un volumen mayormente académico.

Una serie de láminas con fotografías ilustrando distintas escenas del rodaje dan paso al tercer capítulo «In the Footsteps of Homeric Narrative: Anachronisms and Other Supposed Mistakes in Troy», a cargo de Eleonora Cavallini, profesora de lengua y literatura griegas en la Universidad de Bolonia, Italia, quien, en un intento por refutar las opiniones negativas de muchos críticos, justifica la reescritura de la saga troyana y de muchos otros mitos griegos por cambios en la ética, códigos estéticos y situaciones sociales y políticas.

En el capítulo 4 «Petersen’s Epic Technique: Troy and Its Homeric Model», Wolfgang Kofler y Florian Schaffenrath, ambos profesores de Clásicas en la Universidad Leopold-Franzens en Innsbruck, Austria, defienden la homeridad de la técnica narrativa de Petersen en su retrato de la naturaleza de las batallas y la manera en que los epítetos de héroes como Aquiles (pies rápidos) y Odiseo (ingenioso) son traducidos o adaptados al lenguaje visual del cine.

Una de las mayores críticas contra Petersen es la omisión de toda intervención divina, por lo que el propio Winkler en el quinto capítulo «Troy and the Cinematic Afterlife of Homeric Gods» pretende probar, a través un extenso número de páginas, que la película está más cerca del pensamiento de los antiguos griegos de lo que muchos críticos quieren admitir. Winkler argumenta una motivación exclusivamente humana y realista para el origen de la guerra de Troya, pues, si las épicas cambiaron incluso en la Antigüedad, también lo hicieron las audiencias. La modernización era inevitable y necesaria.

Los tres capítulos siguientes constituyen tres estudios, cada uno centrado en personajes específicos. Empieza el capitulo 6 «Achilles and Patroclus in Troy» por Horst-Dieter Blume, profesor emérito de Estudios Clásicos en la Westfälische Wilhelms-Universität en Münster, Alemania, con un examen de la pareja formada por Aquiles y Patroclo, donde el autor destaca algunas desviaciones significativas de Homero en cuanto a la naturaleza de los personajes. Petersen nos ofrece un Aquiles mortal, un luchador solitario marcado por la tragedia de su muerte anunciada, frente a Patroclo, su protegido, un joven guerrero inexperto. Ambos radicalmente diferentes de Homero ¿Por qué este cambio? Obviamente debido a la dificultad de hacerlo plausible para un público moderno. Tal vez el mismo razonamiento pueda aplicarse al hecho de que Troya ignore la supuesta relación homosexual entre Aquiles y Patroclo, que no está presente en la Ilíada.

Bruce Louden, profesor de Clásicas en la Universidad de Texas, El Paso, continúa con Odiseo en el capítulo 7 «Odysseus in Troy», mostrándonos que, a pesar de todos los cambios significativos que Troya impone a la historia heredada para hacerla más accesible a las audiencias contemporáneas, su presentación de Odiseo permanece inesperadamente cerca de la concepción homérica. El Odiseo de Petersen combina sus características principales de la Ilíada con varios de sus roles definitorios y funciones de la Odisea, acorde con una versión de la guerra de Troya un poco menos trágica que la de Homero.

El octavo capítulo «New Briseis in Troy» por Barbara P. Weinlich, profesora Asistente de Clásicos en el Eckerd College, constituye un breve análisis de Briseida como punto de partida diferente para examinar la ideología política de Troya. La remodelación del personaje parece ser una de las variantes más significativas de Homero, colocando a la heroína en una narrativa notablemente diferente. La princesa troyana rompe el molde de los roles de género tradicionales y se adapta a la actualidad en un intento por satisfacer diversas necesidades dentro y fuera de la cultura moderna.

Antonio M. Martín Rodríguez, catedrático de Filología latina en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, y autor de innumerables trabajos sobre tradición clásica, en el capítulo 9 «The Fall of Troy: Intertextual Presences in Wolfgang Petersen’s Film», examina, tras una interesante disertación sobre la recepción de la Antigüedad, la narrativa audiovisual de Petersen a partir de dos tipos de fuentes: los textos literarios clásicos, como la Eneida de Virgilio, y algunos títulos cinematográficos de la cultura popular, como la película de Robert Wise Helen of Troy (1955) y las películas de El Señor de los Anillos, Las dos torres (2002) y El Retorno del Rey (2003). Considera la importancia de las fuentes visuales para nuestra cultura, en gran parte audiovisual, destacando la capacidad del cine para generar interconexiones complejas basadas en la imagen, y el papel activo de la audiencia en la creación de nuevos significados. Concluye acertadamente que Troya merece atención por su inmenso éxito popular, su cinemática intrínseca, su calidad y su capacidad para revivir el interés mundial en un tema que, en general, había sido «enterrado en bibliotecas polvorientas». Como demuestra el autor, Troya va mucho más allá de la trama homérica –La Ilíada no era su única fuente, también la Odisea, la Eneida y las Metamorfosis de Ovidio– y los motivos clásicos persisten no solo en el ámbito académico, sino también en el de la cultura de masas. Troya dejará su huella en la imaginación colectiva de toda una generación, creando una poderosa imagen de sus principales héroes. Por esa razón –afirma el autor– merece nuestra admiración, nuestro estudio y nuestro respeto.

Jon Solomon, profesor de civilización y cultura occidental, y profesor de Estudios de Cine en la Universidad de Illinois, dibuja en el último capítulo «Homer’s Iliad in Popular Culture: The Roads to Troy» el significado de los mitos sobre Troya y la fortuna de la Ilíada en la cultura popular desde finales del siglo XIX con el objetivo de demostrar que la Troya de Petersen pertenece sólidamente a la tradición homérica. Solomon argumenta que la repercusión de la Ilíada en las artes ha sido relativamente limitada en comparación con la Odisea, gracias a los descubrimientos arqueológicos de Schliemann que efectivamente desmitificaron la Guerra de Troya. No obstante, el siglo XX y la primera década del siglo XXI acabarían de integrar la Ilíada en la cultura popular, demostrando con ello que, considerados juntos, el mito de la guerra de Troya y la Ilíada son recordatorios útiles de la inagotable vitalidad de la Antigüedad.

En la conclusión «Coda: On Cinematic Tributes to Homer and the Iliad» encontramos de nuevo a Martin M. Winkler mostrándonos la omnipresencia de Homero en la historia del cine. Por sus palabras desfilan innumerables producciones inspiradas en el aedo griego para recordarnos que Troya no es la Ilíada, ni pretende serlo, pero sí es un ejemplo notable de lo que podríamos llamar cinematografía posthomérica.

Es cierto que las adaptaciones cinematográficas de la literatura siempre han tenido que enfrentar duras críticas debido probablemente a la continua influencia del romanticismo y su concepto de calidad artística, según el cual solo una obra de arte completamente original puede ser valiosa o significativa, más aún cuando el trabajo original se ha convertido en parte de nuestro patrimonio cultural común, adquiriendo así un aura de mística o cuasi-religiosa reverencia. Como textos fundacionales de la cultura occidental, las epopeyas homéricas ya tienen un nimbo de semejante inviolabilidad.

Una detallada comparación entre la Ilíada de Homero y la Troya de Petersen es capaz de demostrar cómo ciertas diferencias de criterios de estilo épico y varias correspondencias narrativas o de trama pueden arrojar una nueva luz sobre la creatividad artística a través de los milenios. Nos puede decir, por ejemplo, cómo los artistas de los primeros tiempos del siglo XXI, trabajando en un medio técnico altamente sofisticado que era inconcebible para los antiguos, han conseguido adaptar y actualizar significativamente un trabajo de literatura clásica para nuestro tiempo.

Wolfgang Petersen, como muchos han señalado, leyó el poema de Homero en su idioma original durante sus estudios de Humanidades en Europa, y, dado este conocimiento de primera mano, las críticas que se han observado no pueden atribuirse a la ignorancia, sino, por el contrario, se deben a la intención del autor, las expectativas de la audiencia y la industria cinematográfica. Cuando los medios modernos, especialmente los audiovisuales, vuelven al pasado lejano, podemos darnos cuenta de cuánto puede significar ese pasado para el presente.

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