La Universidad del futuro

La transformación digital y las nuevas tecnologías (interacción social, movilidad, análisis de la infor­mación, inteligencia artificial, la adopción de la nube, etc.) están afectando profundamente a la mayoría de las áreas de la actividad humana.

La denominada cuarta revolución industrial está generan­do una ola tecnológica que es disruptiva y hace que la manera tradicional de abordar una buena parte del trabajo se vuelva obsoleta.

A pesar de que las nuevas tecnologías están emer­giendo más rápido que nunca, los procedimientos y estructuras de las organizaciones, y la mentalidad y la cultura para explotar estas tec­nologías, aún no están en el lugar que les corres­ponde. Y las Universidades, tanto públicas como privadas, se encuentran ante el reto de una transformación a gran escala en un intento de abor­dar los cambios sociales, culturales y tecnológicos a los que se enfrentan, así como ante la necesidad de dar respuestas adecuadas a las expectativas de los estudiantes, de los profesionales universitarios y de la sociedad en general.

Al igual que la mayoría de las organizaciones, el sec­tor de la educación superior ha estado explotan­do las tecnologías de la información de diferentes maneras durante años. No obstante, su impacto todavía es relativamente limitado. Las actividades docente e investigadora mantienen en muchas ocasiones sus enfoques tradicionales, inclu­so cuando utilizan herramientas TIC.

Claramente estamos ante la necesidad de un cam­bio todavía más profundo en el ámbito de las TIC, e ignorarlo se­ría un grave error. Las capacidades digitales serán un factor clave para el éxito en el panorama de la educación superior, cada vez más competitiva, y la falta de desarrollo de tales capacidades tendrá graves consecuencias para los ciudadanos del mañana. Es por tanto hora de actuar.

Los ciudadanos del mañana

Para los llamados nativos digitales el uso de la tecnología forma parte de su vida y somos las generaciones anteriores las que observamos con cierta admiración y estu­por cómo éstos disponen de habilidades y compe­tencias que nosotros hemos tenido que aprender. Este hecho condiciona muchísimo las cosas y, si queremos realmente orientarnos hacia una aten­ción a nuestro estudiante, debemos entender a dichos consumidores desde una nueva óptica.

Impacto en la Universidad

La educación superior se enfrenta a grandes retos. Tenemos la responsabilidad de formar al ciuda­dano del mañana, que deberá desenvolverse con soltura tras adquirir las competencias nece­sarias en la sociedad digital. Otro de los grandes retos será la ca­pacitación del cuerpo docente para adaptarse a la digitalización. Asimismo, es necesaria la reformulación de contenidos a par­tir de la implantación de las nuevas tecnologías emergentes como la realidad virtual, la impresión 3D, o la inteligencia artificial. No debemos quedarnos en una simple transformación del medio, pasando por ejemplo del papel a un PDF escaneado o, en el mejor de los casos, a un powerpoint, sino que debe haber una transformación real del contenido y de la interacción del estudiante respecto a éste.

Deberá reformularse también la relación del pro­fesorado respecto a los nuevos estudiantes (los millennials, la generación Z), donde los canales tradicionales dejan de ser prioritarios para ser com­plementarios. Los estudiantes dialogan y se organizan en la red, y eso nos obliga a replantearnos deter­minadas acciones hacia ellos, como la presencia de la Universidad en las redes sociales, las aplicaciones móviles o las tutorías y foros virtuales con el profesorado. Nuestros estudian­tes quieren ser atendidos en cualquier momento, desde cualquier lugar y con cualquier dispositivo y, ante esa demanda, la Universidad aún no tiene una respuesta.

Un nuevo MODELO DE UNIVERSIDAD es la meta de este proceso de transformación.

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La escuela del futuro (Jean Marc Cote, “A 19th-Century Vision of the Year 2000”) | Wikipedia

 

Es interesante observar que algunas de las supo­siciones que en aquel entonces se hacían para un futuro de 100 años, no están muy lejos hoy de conseguirse. Podemos ver cómo alguien imaginó que los li­bros no existirían y que los contenidos se transmi­tirían por medio de una máquina que, para los más conservadores, convertiría a audio el contenido o, para los más futuristas, transmitiría los contenidos por ondas cerebrales. Dicha transferencia se realizaría por un sistema de transmisión cableado, lo que algunos interpretan como la predicción de “La Red”.

Si prestamos atención, el modelo docente continúa siendo un modelo rígido, con un profesor en posición separada y elevada respecto a los estudiantes, compartiendo un mismo espacio físico, con una disposición que pro­mueve la individualidad y no favorece el trabajo colaborativo.

¿Podemos mantener el mismo modelo ante los es­tudiantes de las nuevas generaciones? La respuesta dependerá del modelo de Univer­sidad que queramos ser, pero todo parece indicar que no será así.

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